La crisis alborota el avispero chavista con críticas a Maduro y demandas de cambio de gobierno


Dentro del PSUV, Maduro y Cabello aplastaron los reclamos de democratización y se confirmaron como las máximas autoridades
@pppenaloza

Todos compartieron con él y ahora todos quieren derribarlo. En el contexto del IV Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), antiguos colaboradores del difunto Hugo Chávez alzaron sus voces para exigir la defenestración del gobernante Nicolás Maduro.

“En ocasión del cumpleaños del comandante Chávez, un llamado urgente a salvar su legado y nuestro país. ¡Cambio de gobierno ya!”, publicó el 28 de julio en Twitter el exministro Andrés Izarra, quien difundió en la red un artículo del profesor Jorge Giordani, influyente miembro del gabinete chavista, en el que señalaba la “condición urgente y necesaria” de “un cambio de gobierno lo más rápido posible” para superar la crisis.


Giordani califica ahora como “errada” la decisión de Chávez de escoger como su sucesor a Maduro. “Significó un error grave de su parte, por lo cual los venezolanos, luego de su muerte, y a partir de abril del año 2013, estamos pagando una inconsecuencia con su memoria, con su legado y la historia venezolana”, escribió el extitular de Planificación.

El zar petrolero de la era chavista, Rafael Ramírez, azuza a Diosdado Cabello para que desde la presidencia de la Asamblea Constituyente destituya al jefe de Estado y conforme un “gobierno de Emergencia por lo que resta del período, compuesto por lo más destacado de las figuras del chavismo y más allá”.

Ramírez plantea liquidar al “madurismo”, después de haberle servido como vicepresidente económico, canciller y embajador ante Naciones Unidas. “Hay una realidad inocultable. El gobierno no tiene más tiempo, ni para seguir ensayando, ni para más de lo mismo. El país no aguanta (…). Por ello, necesitamos un gobierno capaz de defender al pueblo, defender a la patria”, expresó desde el exilio.

La fiscal general removida por la Constituyente, Luisa Ortega Díaz, ha reiterado su llamado a la Fuerza Armada para que deponga a Maduro. “En este momento en la cúpula gobernante de Venezuela no se habla de otra cosa sino de la inminente caída del tirano Nicolás Maduro, los jerarcas buscan desesperadamente interlocutores internacionales para gestionar pactos y negociar delaciones”, ha declarado Ortega Díaz, mientras enfatiza la importancia de preparar ya una eventual “transición”.


Golpes…de pecho

Los reproches de los Izarra, Giordani, Ramírez y Ortega Díaz no son nuevos ni son los únicos que provienen del viejo campo chavista. Con la lista de críticos se podría designar prácticamente un gabinete paralelo.

Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio, Víctor Álvarez, Rodrigo Cabezas, Temir Porras, Gabriela Ramírez y los generales Clíver Alcalá Cordones y Miguel Rodríguez Torres –este último encarcelado- resaltan entre quienes disparan a Maduro desde las filas revolucionarias. Sin embargo, hasta la fecha, los antiguos capitostes rojos no han podido fracturar al PSUV ni amenazar la estabilidad del régimen.

La novedad –muy entrecomillas- que llamó la atención de la opinión pública estuvo en los golpes de pecho que protagonizaron figuras como el ministro de Educación, Elías Jaua, el jefe nacional de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), Freddy Bernal, el exgobernador del estado Zulia, Francisco Arias Cárdenas, el comunicador Miguel Pérez Pirela y los constituyentes Jesús Faría, Julio Escalona y Earle Herrera.

Todos los cuestionamientos tienen un denominador común: la crisis que padece Venezuela, caracterizada por la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, el colapso de los servicios públicos y el aumento de la violencia criminal.

“Hemos perdido hasta gobernabilidad. Hay que decirlo. Y somos responsables de ello. No es responsable la cuarta república. No es responsable (el difunto expresidente) Carlos Andrés Pérez. Somos responsables nosotros porque tenemos 19 años en revolución y ya somos responsables de lo bueno y de lo malo en este país”, manifestó Bernal, quien posteriormente ratificaría su lealtad al mandatario venezolano.

No obstante, fiel al ejemplo dado por su padre político, al final el gran “autocrítico” ha sido el mismísimo Maduro. “Los modelos productivos que hemos intentado hasta ahora han fracasado y la responsabilidad es mía, es nuestra, no podemos echarle la culpa a la Santísima Trinidad (…). Basta ya de lloriqueo frente al imperialismo, nos toca a nosotros producir con bloqueo o sin bloqueo”, sostuvo.

Parecen estar hechos el acto de contrición y parcialmente la confesión de la culpa, pero está en duda lo más importante: el propósito de enmienda. Frente al país, el líder de la revolución ha anunciado una serie de medidas económicas que ya han sido reprobadas por los expertos que las consideran insuficientes e improvisadas.

Dentro del PSUV, Maduro y Cabello aplastaron los reclamos de democratización, se confirmaron como las máximas autoridades y ratificaron la decisión de concederle todo el poder al gobernante para que haga y deshaga en el seno de la organización. Lejos de apaciguar los ánimos, la resolución levantó ronchas. “Adiós a la democracia participativa y protagónica. Eso sólo quedó como una frase bonita en los estatutos y en la Constitución. Demasiado miedo de que la base elija y se exprese. ¿Qué diría Chávez?”, se sumó a los críticos la ex ministra Mary Pili Hernández.

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