El pragmatismo ruso no cree en cuentos de amor, por Manuel Avendaño
Hugo Chávez nunca ocultó su deseo de hacer una alianza al más alto nivel con Rusia, quizá porque de alguna forma quería convertir a Venezuela en la Cuba del siglo XXI. Su sueño era lograr que nuestro país pudiese ser la piedra en el zapato de los Estados Unidos con el apoyo de los soviéticos, sin darse cuenta que los tiempos eran otros, que la Federación Rusa ya no era la URSS y que en términos socio – económicos, la actual nación bolchevique es más pragmática.
En el año 2000 se reunieron por primera vez Vladímir Putin y Chávez en el marco de la 55 Asamblea General de la ONU en Nueva York y a partir de ese momento, se empezaron a fortalecer los vínculos entre ambas naciones. Las relaciones se sustentaron en la idea de organizar un mundo pluripolar, en crear un eje de contrapeso al “imperio yankee” y en la idea de construir un puente con China e Irán. Basado en este pensamiento geo -estratégico y político, el apoyo de Rusia ha sido fundamentalmente en dos áreas, en lo militar y en lo energético.Empecemos analizando brevemente el sector energético. En este sentido, la petrolera “Rosneft” y el banco “Gazprombank” tienen una participación de 40% junto a PDVSA en las empresas mixtas Petromiranda, PetroVictoria y Petromonagas que exploran y explotan el petróleo. Según datos de la Embajada Rusa en Venezuela y PDVSA, el año pasado estas sociedades tuvieron un rendimiento de 305 mil barriles de petróleo diario, para un total de 9 millones de toneladas. Igualmente, algunas empresas rusas como “Inter RAO” Y “Kamaz” hacen transporte del petróleo venezolano.
En el sector militar la alianza es mucho más profunda. La cooperación entre ambos países se inicia en el año 2001 con una visita de Chávez a Moscú. Desde ese momento, Rusia se convirtió en uno de los principales proveedores de armas al régimen venezolano y se estima que el volumen de ventas está cerca a los U$ 11.000 MM. El suministro incluye fusiles Kalashnikov, 25 aviones caza SU/MK2, 47 helicópteros y la compra de 5 mil misiles de defensa aérea tierra-aire Manpads, que pueden ser manejados por una persona.
Vale la pena recordar que el director de la CIA, Mike Pompeo, señaló hace unos meses, que esos misiles representan una amenaza real para la región puesto que no existe una supervisión y podrían caer en el mercado negro o en manos equivocadas para hacer atentados a civiles.
También en el área militar se han realizado ejercicios conjuntos entre ambas naciones. El último fue en el año 2015 en el llamado Escudo Bolivariano a raíz del Decreto de Obama en el que se consideraba a Venezuela una amenaza extraordinaria para su seguridad. Con la práctica de estos ejercicios, se desafiaron y violaron absolutamente todos los límites constitucionales impuestos en 1999.
Rusia es uno de los pocos aliados incondicionales que le queda al régimen de Nicolás Maduro. Fue uno de los pocos países que no condenó la instalación de la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente y su Cancillería siempre ha sido insistente en que los problemas de los venezolanos deben resolverlos los mismos venezolanos; claramente haciendo contrapeso a las opiniones de Europa y de los Estados Unidos que han sido partidarios de sanciones más duras en todos los niveles.
En este momento de debilidad internacional, de sanciones que merman los ingresos del régimen y la corriente a la baja de los precios del crudo, Maduro sale a Rusia para reunirse con Putin en el marco de un foro de Petróleo y Geopolítica. Su discurso se basa en que se consoliden esfuerzos para poder reducir la producción y de esta manera, aumentar el precio del crudo.
La reestructuración de la deuda con Rusia es otro de los objetivos, aunado a que sigan invirtiendo en empresas mixtas a través de Rosneft, otorgando como garantía el control de dichas empresas. De hecho, ya se asomó que CITGO podría otorgar colaterales a Rosneft para pagar y evitar las sanciones norteamericanas.
Luego del escándalo entre La Casa Blanca y el Kremlin, Rusia necesita presencia en América Latina y ese puente se lo proporciona Venezuela con su política ideológicamente opuesta al gobierno de Donald Trump.
El gobierno ruso es muy pragmático y ante las sanciones impuestas a por Estados Unidos buscan oxigenarse en el área energética y es por ello, que mantener una deuda con Venezuela a cambio de petróleo no les parece mala idea como tampoco, la presencia militar necesaria para contener a los Estados Unidos.
A Maduro la practicidad rusa le viene como anillo al dedo para lograr sus objetivos políticos porque ambos países se necesitan mutuamente para poder hacer frente a la escalada de amenazas al equilibrio mundial.
Elaborado por @ManuelAvendano
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