Comenzar por el principio
Esta vez no hay manera de evadir la
polarización. No ir a votar en contra de quienes nos hicieron esto es
ser tan criminal como ellos
Después de años de
escasez de alimentos y medicinas, después de quedar en evidencia el
abandono del sistema hospitalario, después de ver a nuestros niños morir
-literalmente- de hambre y a parturientas traer al mundo a nuestros
compatriotas en el piso, después de 4 meses de represión criminal con
saña, cualquier sofisma, cualquier argumento basado en reproches a los
conocidos fallos de los políticos opositores (ninguno encontraremos
perfecto), cualquier motivo ideológico revestido de dignidad se pierde
por deshumanización flagrante, se enchumba en la sangre de miles de
venezolanos asesinados o torturados, se sepulta junto con los presos de
conciencia, se llena de pústulas de enfermos desatendidos, se exhibe
famélico de justicia.
Esta vez no hay manera de evadir la
polarización. No ir a votar en contra de quienes nos hicieron esto es
ser tan criminal como ellos. Aunque estemos hambrientos, enfermos y
heridos o de duelo, el 15 de octubre nos permitirá decirles que no nos
han doblegado lo suficiente como para dejar de hacer todo lo que
legalmente esté a nuestro alcance para sacarlos del poder. Sabemos bien
que planean hacer trampa, pero aunque nos roben votos habremos escupido
en sus rostros el número real de nuestro repudio ciudadano.
Rechazo el chantaje emocional de tratar a
los abstencionistas con algodones porque quizás puedan cambiar de
opinión si no se sienten ofendidos. Falso. Alguno habrá que reaccione si
lo sacudimos ante la realidad, pero debemos tener presente que la
mayoría pertenece a un laboratorio de opinión que sólo quiere trabajar
cómodo sin tener que responder a quienes los encaremos porque perderían
tiempo en ello, en vez de seguir difundiendo sus falacias perniciosas.
Digámosles que no hay dignidad ni
decencia alguna en la abstención electoral en medio de una circunstancia
que cada día nos hace temer más un genocidio. Quien intenta
justificarla intelectualmente sólo exhibe la inmundicia de su espíritu.
Insensible ante el dolor de sus compatriotas colaborará con mantener en
el poder a quienes nos han hecho este daño que no se olvidará por
siglos. Invíteles a pasar por el artículo 167 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela para que sopesen la cantidad de
dinero que estarán dejando en manos de quienes nos han esquilmado la
vida para que se den cuenta de que serán mesoneros en el banquete de los
depredadores, sirviéndoles más recursos y fuerzas para destruirnos y
legitimando (¡sí, eso sí sería legitimar!) su permanencia en el poder.
Para desprestigio de las universidades,
no hay un hilo rescatable en la madeja de infundios que esparcen algunos
profesores de ese nivel educativo. Ocultan el artículo 160 de la CRBV y
se dedican repetir a una población ignorante de su Carta Magna -y
arrogante en esa ignorancia- que participar en las elecciones regionales
legitimaría a la írrita ANC, cuando no hay nada que pueda legitimar a
esa instancia instalada a espaldas de la Constitución. Estos profesores
cuya sagrada misión sería darnos luces, ahora se esmeran en sumir a los
menos informados en la oscuridad, para mal de la nación. Sirven a los
intereses de los poderes fácticos -la antipolítica- que están asociados
con la dictadura porque de ella dependen para su sustento. Se han
convertido en socialités y saltan de las redes sociales a emisoras de
radio y plazas solicitando intervención extranjera, un delito
contemplado en el artículo 132 del Código Penal. Nada más sospechoso de
connivencia con el poder que el hecho de que lo hagan impunemente en un
país en el que muchos han ido presos por tirar una piedra.
Es necesario confrontar a estos
cómplices de oportunidad para evitar que sigan influyendo en quienes no
saben canalizar su frustración por la vía legal, rescatando el sentido
de responsabilidad ciudadana que representa el voto.
Y una vez allí, a la luz del horror que
estamos viviendo y teniendo claro quiénes son los responsables, será
cosa de comenzar por el principio: ¿Usted realmente quiere desalojarlos
del poder?
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