El hampa y el hambre le arrebatan al chavismo el control de las barriadas; por Maye Primera
Eso grabaron las cámaras de seguridad en uno de los treinta negocios saqueados la noche del 20 de abril en la barriada caraqueña de El Valle, antiguo bastión chavista, donde un par de horas antes de los disturbios hubo un “cacerolazo” demandando la renuncia del presidente Nicolás Maduro.
“No queremos tu bolsa de comida, queremos que esto cambie”, cuenta un vecino que le dijo al alcalde un residente de El Valle.
Ni siquiera Marjorie, que preside tres organizaciones de base chavista en su barrio y está encargada de repartir la comida que el gobierno distribuye entre 500 familias del partido, intervino para defender al alcalde y su gente.
EN VIDEO | Otro ángulo del estruendoso cacerolazo que hizo correr a .@jorgerpsuv en El Valle: "¡FUERA, el pueblo tiene hambre!" pic.twitter.com/CZOPWhtvph— Alberto Rodríguez (@AlbertoRT51) 23 de abril de 2017
“Es que parecen locos. ¿Cómo se les ocurre venir al barrio con esas cornetotas (parlantes) gritando ‘Viva Chávez’, con las cosas como están?”, critica Marjorie, aun a pesar de ser portavoz del Consejo Comunal, la Mesa Técnica de Agua y el Comité de Salud.
La erosión de la base tradicional del chavismo en las barriadas populares de Caracas ha sido directamente proporcional a la agudización de la crisis económica y política que atraviesa el país.
La escasez de alimentos, la inflación de tres dígitos y la inseguridad callejera han sido preocupaciones recurrentes de los venezolanos en los últimos 15 años. Pero durante los último cuatro, bajo la presidencia de Nicolás Maduro, han rebasado la capacidad de maniobra del chavismo.
Maduro heredó de Hugo Chávez un país endeudado y una industria petrolera quebrada que ya no produce lo suficiente para seguir financiando con sus exportaciones los programas clientelares bautizados por el comandante como “misiones sociales”. Las misiones subsidiaban desde 2003 las necesidades mínimas de salud, alimentación y educación de los más pobres. Esto sin solventar las causas de la pobreza —sin construir más escuelas o mejores hospitales— ni estimular nuevos rubros de producción distintos al petróleo, o forjar una ciudadanía más independiente de la ayuda del Estado.
Ahora el hambre, el desempleo y las enfermedades endémicas golpean a los venezolanos como no lo hacían desde hace un siglo, cuando las dictaduras militares estaban al mando. Y en el barrio que antes daba su voto incondicional a Hugo Chávez y lo recibía con alegría, muchos desprecian a quienes, como Maduro, gobernaron junto a él y heredaron el poder.
Sin embargo, la nomenclatura chavista insiste en achacar los males de su gestión a una conspiración internacional que intenta sin éxito sacarlos del Palacio Miraflores, donde están acuartelados desde hace 18 años. Y sostiene que los saqueos registrados el día 20 de abril en El Valle fueron supuestamente financiados por la “ultraderecha terrorista”.
Mientras el gobierno de Maduro busca autores intelectuales entre los políticos de oposición, la policía busca a los sospechosos habituales. Los detectives del Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas forraron la estación del metro y el centro comercial cercano con fotografías de “El Loco Leo”, “El Koki”, “Miguelito”, “El Parmalat”, integrantes de la banda ‘El 70’ de El Valle, que estarían detrás del saqueo.
Y desde hace casi una semana, hay allanamientos en los cerros cada noche. Suben camionetas llenas de policías que bajan con personas encapuchadas, esposadas a la espalda. Pero ninguno de los operativos ha resultado en la devolución del dinero, los equipos o la mercancía robada a los comerciantes.
El episodio de El Valle ha sido el más letal entre la serie de disturbios y protestas contra el presidente Maduro que se han suscitado en Venezuela en el último mes y en los que ya han muerto 26 personas, de acuerdo al registro de la Fiscalía.
Las opiniones en el barrio sobre el verdadero motivo del saqueo están divididas: unos dicen que fue por hambre y otros, que por maldad. Pero todos coinciden con la policía en que la operación fue organizada por las bandas criminales del sector, que ya delinquen sin que nadie les pague. Y que luego a la movida se sumó gente del pueblo, que nada tiene que ver con el crimen o la política.
La versión oficial es que en el asalto a los negocios murieron 11 personas. Pero la periodista venezolana de sucesos Ronna Rísquez ya ha dado con los nombres de otros siete que no aparecen en ningún registro. Rísquez le pide ayuda a Marjorie para identificarlos y le pregunta si no le impresionaría ver las fotos de algunos cadáveres.
“No, mija, para lo que uno ha visto aquí, eso no es nada”, responde ella y a continuación enumera los nombres de los que reconoce.
“Este es Edison, mototaxista. Willy, peluquero. El Chino, hijo de Niubelis, tenía 17 años. Jairo, que trabajaba en Supra (un organismo del Estado). Este puede ser Christopher, del barrio Las Malvinas. Este es el primo de Ronald, los dos eran muchachos sanos, mototaxistas y no sé qué andaban haciendo ahí. Y los otros muertos, no sé”.
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Este texto fue publicado en el portal Univisión Noticias y cedido a Prodavinci. Puede ver aquí la edición original.
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