Ministerio de Salud habla por primera vez de la difteria para negar las 23 muertes en Bolívar


La ministra habló de tan solo cuatro casos y dos muertes confirmadas por difteria en BolívarLa ministra habló de tan solo cuatro casos y dos muertes confirmadas por difteria en BolívarFoto AVN
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“No es cierto lo de las 23 muertes, la difteria es un tema regional solo en el estado Bolívar”, dijo la ministra de Salud, Luisana Melo, este martes durante una asamblea popular sostenida en Caracas para dar a conocer el presupuesto del sector salud para 2017.
La funcionaria aseguró que “de todos los casos sospechosos que se recibieron, hay cuatro casos y dos muertes confirmadas por difteria”, indicó a Unión Radio este martes a mediodía.
Concluyó con que, habiendo casos sospechosos, se procedió a reforzar la jornada de vacunación en el estado Bolívar y que “se hizo todo el bloqueo epidemiológico para la cobertura del 100 por ciento de la población”.
Lo que no dijo…
Es la primera vez que la ministra de Salud se refiere al brote de difteria en el estado Bolívar y no lo hace en una rueda específica para el caso. Correo del Caroní ha recogido cifras de médicos del pediátrico Menca de Leoni, en San Félix, quienes fueron conminados a no revelar las muertes que han contabilizado en la región desde abril, para evitar represalias.
Hasta este 10 de octubre, se contabilizan 23 fallecimientos por difteria con el deceso de Johangelys Alexandra Ochoa Rauseo, de 2 años de edad, el lunes en la mañana, como detalla el acta de defunción suministrada por los familiares.
El bloqueo epidemiológico que refirió Melo no tuvo tales condiciones en la región, puesto que en el aeropuerto Manuel Carlos Piar solo se exigía la tarjeta de vacunación para quienes viajaban al exterior y no para los pasajeros nacionales. Tampoco hubo jornada de vacunación.
En las terminales terrestres no hubo control de este tipo tampoco. Por otra parte, en Anzoátegui se confirmó un caso de difteria por parte del Instituto Autónomo de la Salud en esa región del oriente del país.
La difteria es una enfermedad infectocontagiosa que aqueja las vías respiratorias y que, aunque de evolución lenta, produce una toxina que puede terminar por envenenar el organismo, tras la aparición de yagas blanquecinas en la garganta del paciente.

Indígenas de Caroní viven más miseria que fiesta este 12 de octubre

La comunidad indígena La Rivera aún espera el cumplimiento de las múltiples promesas para viviendas dignasLa comunidad indígena La Rivera aún espera el cumplimiento de las múltiples promesas para viviendas dignas
El artículo 107 de la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas establece que: “El Estado velará por la protección integral del indígena, especialmente de los niños, niñas y adolescentes contra el fanatismo político, religioso y de culto; la explotación económica, la violencia física o moral, el uso y tráfico ilícito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas, el abuso sexual, la mala praxis médica y paramédica, la experimentación humana, la discriminación de cualquier índole, y contra cualquier actividad que viole o menoscabe los derechos establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y demás leyes”.
Es poco lo que pueden celebrar las comunidades waraos del municipio Caroní este 12 de octubre. ¿Con cuáles ánimos? En el asentamiento indígena La Rivera, en Puerto Ordaz, están cansados de escuchar promesas por parte del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas. Casas, comida, una mejor educación y una mejor zona para habitar son algunas de las propuestas que quedaron solo en palabras.
En ranchos de palos, trapos y zinc, sobre suelos de tierra, la pequeña colectividad, fundada hace más de 35 años, tiene 95 habitantes entre 20 familias. Y cada madre tiene de 8 a 12 hijos, así que llevar la comida a la mesa no es siempre una tarea fácil, a pesar de que disponen de su propia siembra de yuca.
Acuden al comercio informal. También gran parte de los varones trabaja en cooperativas donde recogen desechos y podan la maleza en las calles. Así sobreviven económicamente, mientras que lo que siembran es solo para llenar sus estómagos.
Nuevas esperanzas 
El artículo 110 de la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas establece que: “El Ejecutivo Nacional, con la participación de los pueblos y comunidades indígenas y sus organizaciones, desarrollará políticas integrales especialmente en las áreas de salud, educación y alimentación, destinadas a elevar la calidad de vida y garantizar el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes de los pueblos y comunidades indígenas, difundiéndolas a través de campañas informativas, educativas y de prevención en estas áreas”.
Lo que ganan quizás no alcance para comprar a revendedores pero sí hacen colas para conseguir comida por precios regulados en algunos abastecimientos; esto aunado a la presión y discriminación continuas que sufren.
Regni Bastardo, hijo del cacique de La Rivera, explica que en más de una ocasión la Alcaldía de Caroní y la Gobernación del estado Bolívar han querido enviarlos de regreso a la tierra donde son oriundos, en Delta Amacuro. Pero insisten en su permanencia en la ciudad; ven, a pesar de las dificultades, mejores oportunidades.
Las inundaciones que ocurrieron años atrás en Caño Mánamo, en Delta Amacuro, donde pertenecían originalmente, y la destrucción de sus tierras para la siembra, los incentivan más a quedarse. Y ya están acostumbrados, según comenta el joven estudiante universitario, porque Caroní es parte de lo que son como comunidad; por lo tanto, quieren formarse como ciudadanos, tal cual lo hace el resto.
En el terreno que han vuelto su hogar por 26 años (después de varias mudanzas a lo largo del tiempo), hay un baño improvisado que todos comparten, siembras en la parte trasera (solo de yuca. Antes sembraban plátano pero el terreno dejó de ser óptimo) y se erige una pequeña estancia con una pizarra y pupitres para que los niños vean clases.
El salón que conforma la totalidad de la escuela lleva el nombre de Unidad Educativa Nacional Nobotomo Kokuta, fundada en 2008. También tiene un techo de zinc, con muros incompletos que deja entrar la luz del día. Diariamente una maestra asignada por la Alcaldía da clases de 8:00 a 11:30 de la mañana, a niños que toman sus puestos en pupitres corroídos; otros corren la suerte de ver clases en un colegio fuera de la comunidad.
Propuestas invisibles 
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Miembros de La Rivera aseguran que cuando el ex alcalde del municipio Caroní, José Ramón López, estuvo en una de sus campañas por el cargo, llovieron promesas de viviendas. Pero una vez que tomó el poder, se perdieron sus palabras en el tiempo.
Los atropellos han sido muchos. Incluso, las autoridades del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas les han comunicado que los terrenos en los que hacen vida quitan la buena imagen a la ciudad. Pero ya no tienen dónde ir.
Hace cinco años, el mismo ministerio aprobó un proyecto para 15 casas. También quedó en palabras, según alerta Bastardo. Mientras que en noviembre de 2015  volvieron las promesas, esta vez para 20 viviendas que estarían edificadas en la parcela donde ahora viven; para diciembre de este año el proyecto debió estar culminado, pero no hay ni señales de un inicio.
“El 12 de octubre no tenemos nada que celebrar”, se lamenta el warao que vela, con su padre, por las condiciones de vida del resto. “Hay comunidades que sí han sido  atendidas por el Gobierno”. Pero ellos  se sienten ignorados.
La visión del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas, expresa que deben “ser el órgano rector que proporcione la mayor suma de felicidad posible a los pueblos y comunidades indígenas en su entorno natural (…) optimizando los niveles de eficiencia, eficacia, efectividad, afectividad, transparencia, solidaridad y respeto a sus valores”.
En la calle, aunque llueva el poco respeto y la discriminación, los waraos solo buscan formar parte del resto. Como los demás venezolanos, tienen cédula de identidad. Como los demás venezolanos, muchos son trabajadores pero también sufren por la negligencia del Estado en materia alimenticia y de salud.
Mientras tanto, en la comunidad indígena frente a la terminal de pasajeros en San Félix, el panorama no es muy diferente: en el suelo sin asfalto se edifican las viviendas improvisadas, mientras que los jóvenes disfrutan del reggaeton de la urbe.
Su cacique, Teobaldo Zapata, no quiso hablar a Correo del Caroní, ni dejó que el equipo reporteril se acercara para fotografiar a la comunidad. Los medios opositores no están permitidos.
El 12 de octubre de 2013, el presidente Nicolás Maduro, en cadena nacional, no ocultó su indignación al ver que España celebraba lo que él llamó “el holocausto indígena de América”, porque “ellos no pueden estar celebrando el día de la masacre de cien millones de hombres y mujeres”.
Pero al otro lado de la ciudad, los waraos de La Rivera no presentan problema alguno en hablar de lo que viven. Son tiempos distintos y exigen ser tomados en cuenta, no por España, sino por el Poder Ejecutivo de Venezuela. No sienten miedo a decir que no están felices con las condiciones en las que, ahora mismo, intentan sobrevivir.
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En la parte trasera del terreno siembran yuca para su consumo
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Un salón de clases funciona de lunes a viernes a los menores de la comunidad, de 8:00 a 11:30 de la mañana
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Los waraos de La Rivera se sienten discriminados 

http://www.correodelcaroni.com/index.php/cdad/item/50459-indigenas-de-caroni-viven-mas-miseria-que-fiesta-este-12-de-octubre


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